*Tiene prácticamente 20 años como médico del Puebla y desde entonces ha tratado duras lesiones; se ha ganado el respeto y cariño de decenas de jugadores.
Antonio Zamora
Puebla, Pue.- Cuando ingresó a la Facultad de Medicina en 1993 su meta era capacitarse para ayudar a personas enfermas, pero el médico Gerardo Toledo nunca imaginó que iba a dedicar su vida profesional a la integridad de los futbolistas del Puebla de la Franja, club en el que se convirtió en una insignia y uno de los elementos con más años en la organización.
Es día de partido, ‘el Doc Toledo‘, como todos lo conocen en el equipo, está sentado en su lugar de siempre en la banca, que conoce a la perfección: es su lugar de trabajo por prácticamente 20 años, y desde ahí ha sabido gozar de su labor.
“La verdad yo tengo el mejor trabajo del mundo, es más, ni si quiera le llamaría trabajo porque es una maravilla ser el médico de un equipo de futbol”, dice mientras revisa a uno de los jugadores camoteros que requirió atención.
Así como la labor de los delanteros es hacer goles y la de los entrenadores es crear una buena estrategia que acerque a los equipos a obtener buenos resultados, la del doc Toledo es velar por el bienestar de los deportistas del club, por eso, cuando uno de los suyos cae en el terreno de juego durante los encuentros, tarda segundos en salir disparado hacia el empastado para revisarlo y en unos instantes tratar de hacer un diagnóstico y tratar de encontrar una solución.
Su ingreso a la institución se dio porque un amigo que comenzó a trabajar ahí lo invitó para que hiciera sus pininos, y si bien su idea no era quedarse por mucho tiempo, le apasionó tanto el entorno del futbol que ahora es el jefe de servicios médicos del equipo disruptivo de la Liga MX.
En este tiempo, se ha sabido no solo ganar el respeto, sino el cariño de la decenas de jugadores que han pasado por la Franja: Su trato humano, combinado con un amplio conocimiento, le ha permitido ser artífice de muchas recuperaciones de lesiones de todo tipo, desde aparentes simples desgarros musculares hasta roturas de ligamentos de la rodilla y fracturas.
“Lo más gratificante es poder ayudar a un jugador lesionado para que siga haciendo lo que le gusta, ayudarle a explotar al 100% sus capacidades físicas y orientarlos a poder llevar una vida sana y profesional. Los momentos de satisfacción es por ejemplo ver a un jugador que sufrió una lesión regresar a la cancha y poder hacer lo que más le gusta y hacerlo sin miedo y sin secuelas”.
Aunque tiene un lugar de privilegio en los estadios, suele haber partidos en los que poco puede disfrutar, sobre todo en los más accidentados donde los futbolistas enfranjados necesitan de sus manos y sobre todo su conocimiento para recuperarse.
Las lesiones más complicadas a las que se ha enfrentado en los últimos años son la fractura del hueso maxilofacial de Fernando Aristeguieta, fractura de cráneo de Arturo Paganoni, fractura de clavícula de Daniel Aguilar y la rotura del ligamento rotuliano que sufrió el uruguayo Kevin Ramírez hace unas semanas, un mal poco usual entre los futbolistas.
“Hay partidos en los que corro más que el árbitro” dice con su clásico sentido del humor después de un juego en el que se le requirió varias veces en el campo y tuvo que hacer varios sprints, porque para ser médico de futbol también hay que tener una gran condición física.